Este libro de la poeta, escritora y periodista nacional es una herramienta que tiene como finalidad contribuir al imaginario narrativo y político de la lucha feminista en Chile. El volumen -que contiene un prólogo de Alejandra Matus- está redactado con una prosa exquisita y una claridad meridiana.
Por Alberto Cecereu
Escribo este texto desde mi privilegio de ser hombre. El hecho de tener pene y de comportarme culturalmente como hombre, como ser masculino, es un privilegio. Una posición de ventaja. Un espacio de ejercer poder. Por tanto, es bueno advertir que esta reseña tiene un sesgo. Lo escribe un hombre, sobre un libro de historias femeninas escrito por una mujer. Dirán, ustedes, por tanto, que así no vale la pena. Que no es necesario este ejercicio. Pues bien, yo digo lo contrario. Es dialógico. Permite establecer puntos de vista sobre un tema fascinante como es la construcción de un relato y un imaginario que catalice la lucha social y política.
Insolentes: Historias femeninas desde lo políticamente incorrecto (Editorial CESOC, 2019) de la poeta, escritora y periodista Eva Débia Oyarzún, es una herramienta que tiene como finalidad contribuir al imaginario narrativo y político de la lucha feminista en Chile, y por qué no, del mundo. El libro, que contiene un prólogo de la inigualable Alejandra Matus, afirma, que: “todas estas insolentes desafiaron a la sociedad en que nacieron”, algo que ya se divisa en las primeras biografías que Débia construye. Por tanto, no es una recopilación de datos, fechas y anéctodas sobre mujeres. No. En verdad, es un texto recopilador de distintas historias de mujeres que se volcaron a la insolencia con la finalidad de ser libres.
La insolencia – una demostración de la disidencia – permite configurar nuevas identidades sociales y tramas colectivas, a través de actos individuales o grupales, hitos y acontecimientos. ¿Qué es sino insolente y disidente actos como los de Mistral?: “Paralelo a sus funciones de madre, maestra y escritora, Gabriela desarrolla una línea política; muestra su adhesión a Sandino y critica a Estados Unidos. Además, representó a Chile y Ecuador en el Congreso de la Federación Internacional Universitaria de Madrid, y luego aceptó un cargo en el Consejo Administrativo del Instituto Internacional de Cinematografía Educativa, con sede en Roma”. Claro, es que ya lo sabemos. Nos pintaron a una Gabriela Mistral, ordenada, musical y abnegada maestra. Incluso le inventaron relaciones heterosexuales. Pero ya antes, y ahora Débia lo confirma, nuestra Mistral, no sólo era «lela», sino también política, crítica, infiel y desobediente. Es otra la Mistral. Me la cambiaron. ¿La echaremos de menos? ¿O es mejor esta, la verdadera, la que nos hace creer que hemos tenido un Chile escondido desde los inicios de que Chile es Chile? ¿La seguirán teniendo en el billete de cinco mil pesos?
Eva Débia escribe con una prosa exquisita y una claridad meridiana. Nos presenta un texto, que lleno de datos, anécdotas y acontecimientos incluso entretenidos, permite construirnos un mundo en torno a cada una de las protagonistas. Esos mundos, que constituyen reales atmósferas de un Chile nuevo que estamos dilucidando, nos transmuta el eje de la tierra, de nuestra tierra. Y esa es la gran fortaleza del libro de Débia. Empero, la autora adolece de una contextualización cultural mayor y de una problematización histórica. Por tanto, no nos permite, al final del libro, estructurar una conciencia histórica de la cuestión feminista. ¿Cuáles son las representaciones biográficas que permiten la construcción histórica como relato identitario? ¿Cómo estas historias demandan un conocimiento particular proyectado a la realidad en general y de las ciencias humanas? Hayden White, es preclaro en este tema, en tanto y en cuanto, enuncia que: “esto es lo que me lleva a pensar que las narrativas históricas son no sólo modelos de acontecimientos y procesos pasados, sino también enunciados metafóricos que sugieren una relación de similitud entre dichos acontecimientos”.
Débia construye el libro a partir de su formación como periodista y yo lo leo propiamente como historiador. Por tanto, el dialogismo es asimétrico. Pero bueno, lo leo como un hombre que se crío en un hogar de mujeres, todas insolentes. Por consiguiente, rescato que este libro es una contribución a crear una morfología del cuerpo femenino. Y a pesar de mis reparos, contribuye a una simbología del relato femenino a lo largo de la Historia de Chile. Como dice Judith Butler: “el falo funciona como una sinécdoque, porque en la medida en que es una figura del pene, constituye una idealización y el aislamiento de una parte del cuerpo y, además, la investidura de esa parte con la fuerza de la ley simbólica”. Por tanto, los seres con vagina, representan de por sí y en sí, una insolencia, ya que se rebelan permanentemente a la inteligibilidad del sexo masculino. Eva Débia, en su defecto, nos entrega una herramienta política. No sólo para seguir rebelándonos, sino también para lograr crear esa simbología femenina que nos traiga una nueva fuerza y normativa que crea esa sociedad nueva.