¿En qué radica la insolencia? Tenemos esta sensación de algo malo, peligroso y temerario incluso. Una falta de respeto al canon establecido, un acto rupturista, una revolución per sé. Es una transgresión a la norma, a la conducta convencional, a lo moralmente establecido en un momento dado.
Ya adentrados en el siglo XXI, los conceptos asociados a la insolencia pueden parecernos señales virtuosas: estamos en una sociedad cada vez más inclusiva y diversa y, a pesar de que todavía permanecen algunos sectores anquilosados en la tradición y el statu quo del conservadurismo, el llamado explosivo a estrujar el máximo potencial de cada quien ha entregado una libertad creativa nunca antes vista. Por eso hay que aplaudir el posicionamiento de temáticas femeninas, desde un feminismo entendido como algo que pudiera parecer una perogrullada, pero hay quienes todavía no entienden: hombres y mujeres somos iguales, ni mejores ni peores, en cuanto al sentido llano de humanidad. Con los mismos derechos, y las mismas obligaciones. Si las mujeres de hoy tenemos la libertad de escribir libros como éste, es gracias al trabajo de muchas generaciones previas que abrieron el camino para nosotras.
Acá hay dieciséis talentos, dieciséis historias, dieciséis vidas, dieciséis ejemplos (Rosita Serrano, Matilde Ladrón de Guevara, Matilde Pérez, Ana González, Violeta Parra, Gabriela Mistral, Sonia Viveros, Stella Díaz Varín, Lily Garafulic, Silvia Piñeiro, Rebeca Matte, Margot Loyola, Teresa Wilms Montt, Guadalupe del Carmen, Marta Colvin, Malú Gatica). Mujeres que antepusieron sus carreras a sus familias e incluso a su salud, que amaron mujeres, que amaron hombres menores, que se agarraron a combos con quienes las provocaran, que mantuvieron a sus familias desde niñas, que entendieron la maternidad desde otros ejes, que se cuestionaron las disciplinas en las que trabajaron cambiando paradigmas en el camino, que fueron encerradas, que definieron cuándo morir, que planificaron cómo matar.